Representantes la etnia huichol recordaron este jueves que, pese a que el presidente mexicano, Felipe Calderón, se comprometió en mayo a declarar Wirikuta área natural protegida, los proyectos mineros contra los que vienen luchando judicialmente siguen en pie.
Santos de La Cruz, representante de la comunidad huichol de Banco de San Hipólito, en Durango, aseguró que el “estudio previo justificativo” para la expedición del decreto que declare a Wirikuta área nacional protegida “deja a salvo ciertas zonas de amortiguamiento especial que se están llamando”.
“Es decir, se está dejando a salvo las concesiones mineras en el caso de First Majestic Silver Corporation (empresa canadiense), se está dejando a salvo en el caso de la empresa minera (mexicana) Frisco”, indicó en una conferencia de prensa en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Júarez (Prodh).
El pueblo huichol, o ‘wixárika’ (léase /uirrárica/), como se denominan ellos mismos, respaldado por el Frente en Defensa de Wirikuta y por un nutrido grupo de músicos y cineastas, subrayó que la propuesta del gobierno, publicada el pasado 15 de octubre y puesta a consulta por un periodo de 30 días, contempla dos tipos de zona con distintos grados de protección en lo que sería la Reserva de la Biósfera de Wirikuta: las zonas núcleo y las zonas de amortiguamiento.
“Las zonas núcleo son zonas de protección en sentido estricto. Las zonas de amortiguamiento permiten uso de los recursos” y, por lo tanto, la minería, explicó Enrique Jardel, investigador de la Universidad de Guadalajara que formó parte de un grupo de científicos a los que el Frente en Defensa de Wirikuta encargó un posicionamiento sobre el plan gubernamental. Además, añadió, “el decreto tampoco es retroactivo y hay derechos creados por las concesiones mineras”. Esto supone que las ya otorgadas, que fueron las que pusieron en alerta a la comunidad huichol, se mantienen vigentes.
Piden que no se prohíba la recolecta de peyote
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J. Trinidad Chema (izquierda), representante de San Sebastián Teponahuaztlán, y Santos de la Cruz Carrizo, de Banco de San Hipólito. |
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Además, las zonas núcleo, que son las de mayor protección nacional, incluyen algunas de las áreas sagradas donde los huicholes llevan a cabo sus rituales, los cuales incluyen la caza y la recolecta y consumo de peyote o ‘híkuri’ (/jícuri/), un cactus endémico de México y el sur de Texas que produce efectos alucinógenos. Por ello, temen que estas actividades, para las que tienen autorización especial siempre que sean con fines rituales, queden prohibidas.
“Esta parte habla de subzona de uso restringido, en donde se estaría de alguna forma restringiendo el uso tradicional que nosotros venimos haciendo año con año, desde la caza al ‘híkuri’”, alerta De la Cruz.
Aunque la etnia ‘wixárika’ habita principalmente en los estados del occidente de Nayarit, Jalisco y en algunas partes de Durango y Zacatecas, para los rituales que realizan una vez al año peregrinan hasta Wirikuta, en el estado de San Luis Potosí cercana, donde crece el peyote. En esta zona, que abarca territorios del turístico Real de Catorce y otros seis municipios, el gobierno ha entregado 79 concesiones a compañías mineras.
“Cortar ‘híkuri’, cortar el peyote, hacer la ceremonia ahí no puede ser algo ilegal. Las zonas núcleos que está proponiendo actualmente tienen que ser reconsideradas, tienen que reacomodarse”, afirmó Tunuari Chávez, representante del Frente en Defensa de Wirikuta. “También para que la actividad que realizan los campesinos de Wirikuta: pastoreando sus chivos, yendo a por leña… no puede ser un delito”.
Jardel señaló que el grupo de científicos consultados por el Frente considera que el proyecto de Reserva de la Biósfera “debe considerar un enfoque no centrado únicamente en la protección de plantas, animales o del hábitat natural”, sino en “la conservación de un paisaje donde se integra como un binomio indisoluble la interacción entre los seres humanos y la naturaleza”.
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Atuendo típico huichol. |
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“No son una amenaza la caza del híkuri ni la actividad agropecuaria por los pobladores del área. Lo que es la amenaza son nuevas formas de uso de la tierra, de los recursos que tienen que ver con cosas como la explotación minera o la agricultura de altos insumos”, agregó.
Las peregrinaciones que lleva a cabo cada comunidad wixaritari hacia los altares repartidos por Wirikuta pueden durar varias días, pues algunas se hacen a pie, pero otras se llevan a cabo en automóviles, debido a que antes atravesaban tierras que ahora son propiedades privadas por las que sus dueños prohíben el paso.
De la Cruz aseguró que “las empresas agroindustriales jitomateras están destruyendo grandes extensiones de tierra, devastando y desde luego dañando la planta sagrada”, el peyote. “Sin embargo nunca nos habíamos enfrentando con un embate tan grande como la mina”, añadió.
Campaña sucia de las mineras
Los huicholes aseguran estar satisfechos de la iniciativa del gobierno de declarar un área de 191.000 hectáreas de Wirikuta como reserva protegida, pero aparte de estos aspectos referentes al mantenimiento de las concesiones mineras y a la amenaza de prohibición que afectaría a sus rituales, lamentaron que “no se está dando cumplimiento al derecho de consulta, al consentimiento previo, libre e informado”, al que tienen derecho como pueblo originario.
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Real de Catorce. |
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Además, J. Trinidad Chema, representante de la comunidad de San Sebastián Teponahuaztlán (Jalisco), denunció que las mineras están poniendo en su contra a los campesinos de la zona, ya que les están diciendo que por su culpa “no van a tener trabajo, que se va a ir el desarrollo”.
Por su parte, habitantes de Real de Catorce, una localidad que vive principalmente del turismo, que se oponen a la apertura de minas en su territorio acusaron a las compañías concesionarias de estar amenazando a los vecinos y pagando a los más pobres para que se manifiesten a favor de la actividad minera.
“No necesitamos las minas porque los 800 pesos que está ganando un minero desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, nosotros en un sábado lo vendemos en una hora”, sostuvo Héctor Covarrubias, un vecino del pueblo.
“No queremos que Wirikuta sea destruida por los interese mineros”, reiteró el pueblo huichol en una delcaración. “Ya que si llegara a pasar nosotros empezaríamos a morir espiritualmente". |