Cartagena de Indias. Noviembre 2012. P. Álvarez
Cartagena de Indias es, junto con La Habana, una de las ciudades más bonitas del Caribe. Su centro histórico, rodeado de unas murallas que recuerdan su pasado como víctima de numerosos ataques piratas, con las estrechas calles flanqueadas de punta a punta por pintorescos balcones, con sus coloridas casas de estilo colonial, constituyen un conjunto, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, con un encanto especial.
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Sus imponentes murallas, todavía pertrechadas con oxidados cañones que apuntan al mar, como si esperaran ver aparecer en cualquier momento un barco con dos tibias y una calavera como bandera, conservan el aroma del periodo colonial, cuando la ciudad era uno de los puertos más importantes de Latinoaméricana y, por lo tanto, un codiciado botín de los corsarios y piratas que merodeaban sus aguas.
Cartagena es hoy en día el principal destino turístico de Colombia. Con un embarcadero para cruceros, es también una de las ciudades más caras del país. No obstante se pueden encontrar entrañables hostales a precios asequibles en su parte vieja u ofertas de apartamentos en Bocagrande, la zona de enormes e impersonales torres situada a poca distancia del centro.
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Murallas de Cartagena. Al fondo, Bocagrande. |
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En Bocagrande están las mejores playas de la ciudad. Sin embargo, los cartageneros rara vez las visitan. Prefieren ir a las más limpias situadas en islas o zonas apartadas a las que se accede en lancha, como Playa Blanca, La Boquilla o la Isla de Tierrabomba. Para la primera, situada en las Islas del Rosario, parten todos los días botes desde el muelle turístico situado entre el Centro Turístico y Bocagrande, en una excursión de un día que incluye comida a base de pescado y arroza de coco y una sesión de snorkel o una visita a un parque acuático.
Pero lo más interesante de Cartagena es pasear por su recinto amurallado, una perla cultural que parece detenida en el tiempo. Sus calles están llenas de rincones por descubrir, de la herencia afroamericana de la ciudad, de pequeños museos, de tiendas de artesanías y también de joyerías cuyos dependientes y representantes asaltan a los turistas para intentar venderles las esmeraldas que, por su precio, son unos de los “souvenirs”, más preciados por los visitantes. Al caer la tarde, aprovechando el fresco, locales y foráneos recorren plácidamente sus murallas, del Baluarte de Santa Catalina, al norte, al de San Ignacio, al sur, contemplando la puesta de sol.
Hasta que eso sucede, el calor y la humedad que aletargan la ciudad pueden ser combatidos con los jugos y variopintas frutas (mango, sandia -que allí llaman "patilla", piña, uvas, papayta,...) que ofrecen vendedores callejeeros repartidos por todo el centro, o con un paseo en calesa o en “chiva”, los llamativos autobuses que usan los campesinos en las zonas rurales que y que se han convertido en Cartagena y otras localidades de Colombia en un atractivo turístico más.
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Playa Blanca, una de las favoritas de cartageneros y turistas. |
Pese a que el turista puede verse agobiado por las decenas de vendedores ambulantes que ofrecen todo tipo de productos y servicios, sobre todo en temporada baja cuando el descenso de éstos no alcanza al de visitantes, y a otros aspectos todavía peores de la ciudad como es su carácter de destino de turismo sexual, incluida la prostitución infantil, según denuncias las organizaciones que combaten este crimen, Cartagena es una ciudad que encanta y enamora al forastero.
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